viernes, 20 de febrero de 2009

Microrrelato

Hoy me siento a recordar esas noches de los viernes bajando hasta San Blas para entrenar en ese horrible campo de fútbol, pero que tan presente ha estado en nosotras, a pesar de no ser ni nuestro barrio.
Fue el núcleo del grupo, un vínculo, un referente y lugar de reunión. Allí no se formó un equipo, ni una pandilla sino una familia que se reunía para jugar, para pasarlo bien y disfrutar con el fútbol.
Cuántas tardes vagas nos quedábamos a medio camino:

- Una de rejos y bravas que hoy hace mucho frío para entrenar.
- Mejor nos quedamos viendo el partido que también se aprende mu-cho.

Cada una de un equipo; Barça, Atleti, R. Madrid, Athletic... peque-ños "piques" que animaban las tardes.

- Y ahora qué??
- Pues a poner en práctica la teoría...

Unos escasos 50 metros y...

- Benito, un futbolín por favor, que tenemos que ensayar las jugadas de estrategia.

Entre risas y algo más se pasa la tarde, y cansadas de entrenar vol-vemos a casa. ¿Y la mochila? Bueno... a ver si mañana al menos nos dignamos a abrirla.
Terminan mis recuerdos con un sabor agridulce, con una sonrisa sentada en San Blas pero añorando nuestro campo de fútbol, nues-tros momentos, nuestras risas y abrazos, pero sobretodo a vosotras.

1 comentario:

Cris dijo...

Tengo un enlace en mi blog que me chiva cada vez que publicas algo. Pocas veces dejo huella, pero que sepas que me paso por aquí...

Este relato era muy opotuno para decírtelo.

Un beso.