sábado, 20 de diciembre de 2008

Entra en el Marco

Hola chic@s!! Llevo ya unas semanitas sin actualizar pero ando metida en varias cosillas que no me dejan tiempo para nada más.
Este año estoy haciendo las prácticas en el Proyecto Urban 2 Entra en el Marco, para los que no sepáis qué es os comento:
El Programa Urban Calerizo del Ayuntamiento de Cáceres está financiado con fondos europeos y es una iniciativa comunitaria relativa a la regeneración económica y social (yo añadiría también cultural) de las ciudades con el fin de tratar de conseguir un desarrollo urbano innovador y sostenible. El Programa Urban Cáceres afecta a la denominada como Zona Calerizo por ser una zona de acuífero de tierra caliza que va desde Aldea Moret hasta San Blas.
Dentro de este Programa se acoge el Proyecto Entra en el Marco con el que se pretende reavivar la zona de la Ribera del Marco mediante una serie de microprocesos.
La Ribera del Marco es una zona geográfica que acoge pura riqueza en sí misma ya que dentro de ella se enmarcan restos culturales y valores de épocas pasadas. En un principio la Ciudad de Cáceres se asentó junto a la Ribera por todos esos recursos que le proporcio-naba el agua como la generación de una red de huertas y fábricas artesanales, pero sobretodo fue determinante en la organización de los asentamientos humanos locales y su organización social (in-fraestructuras, caminos, construcciones).
Este recorrido de aguas e historia, tiene hoy fragmentos del tesoro cultural heredados que aspiran a ser considerados por los ciuda-danos locales, como preciosos y ricos activos culturales de la ciudad. Pero desde hace 50 años la ciudad ha dado la espalda a la Ribera desplazándose hacia otros lados y pasando de ser un asentamiento social a un cúmulo de colectores.
A pesar de este abandono, descuidos y actuaciones especulativas, la Ribera del Marco sigue siendo un pulmón natural para la ciudad por sus zonas verdes, pero el futuro depende de que los ciudadanos decidan a la hora de evaluar la riqueza histórica y cultural de la zona. Para ello se crea el Proyecto Entra en el Marco, donde se pretende que los ciudadanos de Cáceres tomen la Ribera y partici-pen.
M³ son microprocesos de participación ciudadana que aúnan la dimensión física y virtual entorno a la Ribera del Marco, combinando el desarrollo e innovación respecto a la participación encuadrado dentro de la metodología de acción-investigación con una duración en el tiempo determinada no superior a un mes.
M³ pretende que mediante la combinación de vivencias de los veci-nos, profesionales, estudiantes... de la Ribera, pueda enriquecerse la vida de estos barrios y fortalecer así su economía y potenciar sus identidades.
Todo esto supone para Cáceres una nueva forma de concebir la participación ciudadana, dejando atrás esa concepción de tener que ir a un sitio donde alguien nos va a dar una charla. Se quiere de-mostrar a los ciudadanos que la participación no tiene por qué ser aburrida y conseguir que participen en estos microprocesos sin que se den cuenta.
Aquí tenéis el enlace de la Ribera del Marco y del .

viernes, 5 de diciembre de 2008

"Carta a un maltratador"

Fernando Orden Rueda, 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud. I.E.S. Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional 'Carta a un maltratador', convocado por la Asociación 'Juntos contra la violencia doméstica'.

"Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado... porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas?
Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras... Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas..., patadas que yo también sufría.

Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas.
Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos...Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!-dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.

Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez...

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me
dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón."

martes, 2 de diciembre de 2008

Echar de menos

Echar de menos significa ‘notar la falta de alguien o algo’ o ‘tener sentimiento y pena por la falta de alguien o algo’. Carnicer defiende que, debido al significado general del verbo, la expresión echar de menos no tiene sentido, y en la actualidad echar de menos está en desuso.
Una expresión equivalente a echar de menos es echar en falta. Aunque a veces también podemos ver la expresión echar a faltar, construcción influida por el catalán trobar a faltar.

A veces, no hay dolor más fuerte que el no causado, el no sentido y el no vivido. Entonces, es cuando uno se da cuenta de que lo que hace daño no es el sufrimiento, sino el vacío. El hueco de las conversaciones habladas cuando sin esperarlo te viene a la memoria un recuerdo. El espacio sin rellenar de ese beso que recuerdas perfectamente a qué sabe, a qué huele y qué se siente.

A veces es un hueco de abrazo el que se siente. Notas como un regazo vacío te rodea. Algo que debería estar y ya no está, y que duele. Y duele porque lo echas de menos, porque ya no está, porque ya no lo sientes y porque aunque ya no lo vivas, no se olvida.

Comienzas a pensar y te das cuenta de que eres puro hueco, agujero negro en estado puro. Un laberinto de sentimientos, caricias, dedos, susurros, sueños, vivencias y risas pasan ante ti. Y por cada espacio se derrama un dolor o se te clava una aguja... y duele.

Creo que la única manera de no echar de menos es no queriendo o muriendo. Y vamos a ver..., ¿quién puñetas quiere eso? Por eso decido echarte de menos, a pesar del dolor, porque es mi manera de recordarte, de no dejarte en el olvido, de sentir que me cuidas en la distancia, que me ayudas en los desafíos y saber que aún te quiero, por mucho que pasen los años sigues viva porque te echo de menos.